lunes, 7 de agosto de 2017

Convivencia

Hay algo entre Pasito de Gigante y yo que me impide dejarlo. Llevo meses pensando que "este será el último post" pero, después me arrepiento y sigo acumulando ideas para poder publicar algo más adelante.

En esta situación me encontraba, a punto de dejarlo, cuando leyendo "Sopa de pollo para el alma" di con este poema:



Los niños aprenden lo que viven
Si los niños conviven con críticas, aprenden a condenar.
Si los niños conviven con hostilidad, aprenden a ser agresivos.
Si los niños conviven con miedo, aprenden a ser cobardes.
Si los niños conviven con compasión, aprenden a compadecerse de sí mismos.
Si los niños conviven con ridículo, aprenden a ser tímidos.
Si los niños conviven con celos, aprenden a sentir envidia.
Si los niños conviven con vergüenza, aprenden a sentirse culpables.
Si los niños conviven con tolerancia, aprenden a ser pacientes.
Si los niños conviven con estímulo, aprenden a confiar en sí mismos.
Si los niños conviven con elogios, aprenden a apreciar a los demás.
Si los niños conviven con aprobación, aprenden a valorarse a sí mismos.
Si los niños conviven con aceptación, aprenden a encontrar amor en el mundo.
Si los niños conviven con reconocimiento, aprenden a tener un objetivo.
Si los niños conviven con solidaridad, aprenden a ser generosos.
Si los niños conviven con sinceridad, aprenden que es la verdad.
Si los niños conviven con ecuanimidad, aprenden qué es la justicia.
Si los niños conviven con amabilidad y consideración, aprenden a respetar a los demás.
Si los niños conviven con seguridad, aprenden a tener fe en sí mismos y en quienes les rodean.
Si los niños viven con afecto, aprenden que el mundo es un maravilloso lugar donde vivir.


Dorothy Nolte 

La reflexión está clara: ¿con qué conviven tus hijos?


No se trata de enmascarar los errores o de mirar hacia otro lado cuando hay un mal comportamiento, se trata de educar desde el afecto, ofreciendo seguridad y coherencia en nuestras decisiones y actuaciones.

Hagamos de este verano un momento de convivencia con la tolerancia, el estímulo, los elogios, la aprobación, la aceptación... ¡Es la mejor manera de aprovechar las vacaciones!

sábado, 1 de julio de 2017

Cactus

Se ha acabado el curso. Ayer se fueron los profesores de vacaciones. En un cole desierto es raro trabajar. Los niños, sus maestros, el personal de servicio, las familias, los eventos, los murales, los accidentes, los exámenes, el patio... llena de vida y de sentido lo que ahora es solo un edificio. El final de curso es siempre una mezcla entre alivio y nostalgia. Alivio porque, para el que aun no se lo crea, ser profesor es una profesión que absorbe toda la energía que uno puede llegar a generar. Nostalgia porque esos niños con quienes has convivido un año (o tres, en mi caso) dejan de ser "tuyos". 

Con las despedidas siempre llegan muestras de agradecimiento y cariño de los alumnos y sus familias a los profesores. Siempre es reconfortante saber que todo lo que has dado por un niño es valorado por su familia. 

Este año, uno de mis alumnos me entregó un cactus y una carta que decía así:

A mi querida señorita:Ser un buen profesor es como ser un buen jardinero. Hay que ser pacientes, optimistas y ver el potencial de cada semilla. Dar en el momento necesario agua, o preguntarse constantemente, ¿Qué necesita esta plantita?, para así verles crecer y florecer. A veces, tienen que prestar más atención a los que les está costando crecer, sacar una pequeña raíz, quitar alguna hierba y con su amor ayudar a que florezcan.En ocasiones los jardineros que pusieron tanto empeño, no pueden llegar a ver si florecieron o no. Las plantas pasarán a otro jardinero que siga su desarrollo, pero la semilla llevará todo el amor que recibió de ese jardinero y nunca lo olvidará.Siempre se ha dicho que Dios nos expresa su amor a través de las plantas, con sus hermosas flores. Para disfrutar de su belleza, nosotros solo debemos cuidarlas, aunque de manera constante, pero sabemos la “receta” agua, luz, tierra, y a veces, algún abono más fuerte. Sus colores, olores y pétalos hacen valer la pena, el trabajo con las que las cuidamos.Aún así, hay flores que tardan mucho en salir y las condiciones para que florezcan, no son las mismas que el resto de las plantas. No necesitan la misma cantidad de luz, ni agua, ni la misma tierra, no obstante, son capaces de florecer y maravillarnos con su belleza.

De vez en cuando, nos toca ayudar a crecer a un cactus. Pero lo maravilloso de ser “buen jardinero”, es confiar en que la flor saldrá, y que, con amor constante, Dios nos regalará la flor. Esa flor que nos demostrará, que ha valido la pena las veces que nos pinchamos tratando de cambiarle la tierra o las veces que parecía que, aunque sabíamos que tenía sed, no aceptaba el agua, o las veces que tuvimos que moverla para que encontrara su lugar. Este pequeño cactus, tiene un corazón que hará, que esa flor, convierta a su jardín en el más hermoso de todos, y tú, querida profesora, has ayudado. Con tu entrega, paciencia, amor, optimismo, cariño y vocación, has podido ver más allá de los pinchos. Gracias. Gracias, porque él ha sentido tu amor y le has ayudado muchísimo a quitar espinas, que al final son solo hojas que se han secado para poder sobrevivir en condiciones complejas. Tú has preparado todo para que esa flor salga, y ya empezamos a ver los botones. Tenlo por seguro que, aunque otros “jardineros vengan”, ese amor que le has dado lo llevará siempre en su corazón.

Gracias Debbie y familia por vuestra confianza, vuestra cercanía, vuestra implicación, por estas palabras. Gracias por creer que mis manos son buenas para cuidar de vuestros hijos. Gracias por el amor que ellos me han regalado. Gracias por dejarme ser parte de vuestra preciosa familia.

El año que viene, me aseguraré que los jardineros del colegio hagan florecer a cada uno de los cactus de nuestro maravilloso jardín.

lunes, 29 de mayo de 2017

Felicidad-es

El pasado sábado los profesores de Highlands School Barcelona tuvimos una formación impartida por la Fundación Trilema sobre Rutinas de Pensamiento. En el momento educativo en el que nos encontramos, ya no podemos conformarnos con nada. Hemos de ayudar a los alumnos a dar otra vuelta de tuerca. Tenemos que entrenar su cerebro para que sean pensadores eficaces, ciudadanos preparados para una realidad cada vez más competitiva. 


Y pensando y pensando, una de las Rutinas llamada "El Marco" nos hizo reflexionar sobre ¿qué es la felicidad? En grupos de 4 personas, cada uno debía pensar una definición de manera individual, después compartirla en 30" con los demás escuchando de forma activa para finalmente anotar en un "organizador gráfico" lo que recordábamos de lo dicho por cada compañero. Tras ver un vídeo motivacional, tuvimos que elaborar una conclusión sobre la pregunta inicial.

Tras escuchar a mi grupo llegué a esta conclusión: La felicidad una emoción o estado en el que vive el que ama y es amado, dando lo mejor de sí mismo y sin esperar nada a cambio.

Hay muchas otras definiciones: Estado de grata satisfacción espiritual y física, según la RAE; sensación de satisfacción hacia tu propia persona, es algo permanente en el tiempo, según distintas páginas de la red... Y muchos tópicos: es el camino, no la meta, es lo que somos y no lo que tenemos, no es hacer lo que se quiere sino querer lo que uno hace... Dice el Aula de Elena que la felicidad es permanente y la alegría temporal; puede ser.

En mi opinión, todos hemos experimentado momentos felices. En el colegio, trabajando con niños, te das cuenta de que son las cosas pequeñas las que más felices les hacen: pasar a boli, ser el "recadero" de la señorita, ir a pedir algo a otra clase, no tener que llevar la bata, que "toque" ICT (informática en Highlands) o SpeakArt, que "no toquen" lentejas o que el yogur sea de fresa... Y ya no os quiero contar si hablamos de conseguir el último cromo de una colección o irte a casa en el coche de tu mejor amigo...

Cuando nos hacemos mayores, como yo, que cumplo 33, perdemos esta ilusión por las cosas pequeñas de cada día. Si me paro a pensar, soy feliz a cada momento: cuando encuentro un sitio para aparcar rápido o no hay tráfico en la autopista, cantar a todo pulmón, cuando me acuesto agotada y noto como mi cuerpo se relaja, con la encuesta absurda de Cadena100 por las mañanas, al encontrarme a diario la cena hecha y el baño limpio, bailar, cuando abro un WhatsApp que solo era de alguien que quería saludarme, con la ducha y el café de la mañana, cuando encuentro una "A" gigante de excursión con mis niños, hasta con la melodía que suena en mi despertador (a pesar de que suena a las 6:40).... !

Pero sobre todo, soy feliz porque mi madre me quiere y me cuida como a una reina, me comprende, me valora, me exige, me pone como ejemplo..., porque mis hermanos me quieren tal  y como soy, porque mis amigos me admiran y me hacen sentir importante, porque mis sobrinos me adoran, porque mis alumnos encuentran en mi un referente, porque mis compañeros me respetan, por la fe y la compañía que Dios me regala... Gracias a todos ellos soy feliz. 

Los 32 han sido un año muy intenso tanto a nivel personal como profesional. He vivido momentos de inmensa alegría por lo que no me atrevo a decir que haya habido un solo día en el que, por H o por B, no haya sido feliz.

Y es que la felicidad es amar -como yo quiero a todos los que he mencionado- y ser amado -como me siento-, dando lo mejor de uno mismo -lo intento aunque no siempre lo consigo- sin esperar nada a cambio -aprender a no tener expectativas, a hacer las cosas porque sí-.




¡Un año más! ¡A por los 33!

lunes, 17 de abril de 2017

Fuenteovejuna

No me cabe duda: la colaboración familia-escuela para la educación de los niños es clave para garantizar su desarrollo integral. En mi experiencia como maestra he vivido varios casos que corroboran esta afirmación. 

Ha habido un niño en especial -llamémosle Pepe para preservar su intimidad- que pone día a día de manifiesto la necesidad de una relación fluida entre el centro y los padres. Después de tanto tiempo juntos y de tantas experiencias y situaciones, vaya por delante lo mucho que le quiero. 

Durante tres cursos consecutivos, desde el colegio hemos dado seguimiento a Pepe, al que hemos visto pasar por diferentes fases en su desarrollo. Como digo, en este tiempo, tanto el colegio como la familia hemos trabajado codo con codo para ayudarle a mostrar lo mejor de sí.

Si tuviera que definir en pocas palabras su "problema", diría: falta de autocontrol, especialmente en sus reacciones físicas. Su llegada a Primaria acentuó este descontrol emocional provocando dificultades en el trabajo y las relaciones diarias en el aula. Quizá esto no hubiera tenido tanta relevancia si dicha dificultad no se hubiera transformado en una etiqueta. 

Padres y escuela, conscientes de la situación, tomamos cartas en el asunto muy pronto y los resultados están siendo lentos pero esperanzadores. Existe una parte innata de la personalidad de Pepe que indiscutiblemente afecta a su conducta, pero el hecho de que su entorno le hubiéramos puesto esa etiqueta de niño retador, desafiante o pegón, ha retrasado muchísimo la adquisición del control de sus emociones. Cambiar el concepto que Pepe tenía de sí mismo y que los demás tenían de él ha sido un trabajo delicado y complicado; sin embargo, los frutos están siendo muy positivos.

El sentido común de todo educador permite gestionar ciertas situaciones de falta de control: cambiar de tema, poner distancia física a la circunstancia que lo provoca, destacar lo bueno de él, advertir y llevar a cabo la consecuencia, relajar al niño...


La colaboración del Dr. Joaquín Serrabona, ha sido crucial para tratar y aplicar un tratamiento (son cosas distintas) a Pepe evitando que ese autoconcepto negativo se convirtiera en creencia y parte de la personalidad del niño. Me permito compartir aquí las pautas que Serrabona compartió con los padres de Pepe y con el claustro de profesores y que nos han ayudado a todos a propiciar un cambio en su conducta:

La mejor versión de Pepe:
- La manera en que Pepe se relaciona con su entorno tapa "la otra parte" de su carácter: cariñoso, inteligente, afectivo... Hay que encontrar maneras para reforzar esta otra versión positiva de Pepe.
- La falta de autocontrol puede deberse a una visión egocéntrica del mundo que no le permite ver lo que el otro piensa o siente; ni en sus acciones, ni en sus palabras.



Desconfianza: en situaciones de estrés, su manera de protegerse es atacando. Protegerse...
- del entorno: trabajar para cambiar su interpretación del mundo, la narrativa. 
- de las personas: evitar que perciba las relaciones con los demás o la corrección de sus errores como ataques o agresiones. 
- de sí mismo: actitud de omnipotencia (poder) o de fragilidad desvirtuadas: se siente más poderoso o más frágil (atacado) de lo que es en realidad. Su reacción es impulsiva, nuestra labor es acompañarlo hacia la realidad.

Situación: Pepe, por su edad (6-7), está en un momento crucial para el desarrollo de su personalidad. El éxito del tratamiento depende un 80% del contexto y un 20% de las acciones concretas. Para que el contexto sea favorable y agilice el tratamiento de Pepe, centrarse en el TRATO:
  •  Vinculación: más allá del afecto; ser referente y autoridad, transmitirle protección, seguridad y límites.
  • Contención de la conducta: acciones preventivas, evitar que llegue la falta de control mostrando autoridad.
  • Reparación: no poner a Pepe en callejones sin salida, siempre debe tener una opción que le permita solucionar el problema/incidente.
  • Anticipación: si Pepe conoce el devenir de los acontecimientos será más fácil para él contenerse. Establecer marcas temporales, secuencia de actividades, consecuencias a posibles conductas...
  • Reconocimiento de los aspectos positivos de Pepe, de su buena conducta en un momento dado y de su reparación si fuera el caso. 

Efecto tribu: la familia ha compartido con los papás de los compañeros de Pepe su experiencia como padres. A pesar de lo difícil que puede resultar abrir el corazón y sincerarse con "desconocidos", encontrar la empatía y el apoyo en los otros ha sido muy positivo para Pepe. Lo único que se les ha pedido es comprensión y un pequeño trabajo de "desetiquetado" o lavado de imagen de Pepe en sus casas.


Por otro lado, a Pepe le han diagnosticado intolerancia al gluten y a la lactosa lo que implica que debe controlarse en la ingesta de muchos alimentos que contienen dichos nutrientes. Quizá deberíamos verlo como algo bueno y dar gracias a Dios, ya que este entrenamiento forzoso del autocontrol en su alimentación, junto con el cambio de dieta, está teniendo efectos notables en su comportamiento.

Conclusión: ¡Todos a una, Fuenteovejuna!

sábado, 25 de marzo de 2017

Dressed for success

El otro día se me llenaron los ojos de lágrimas cuando me di cuenta que, mis alumnos de primero de primaria llevan conmigo la mitad de su vida. Ahora tienen entre 6 y 7 años y yo empecé con ellos cuando iban a Jirafas (P4) y algunos aún no habían cumplido los 4.

En estos tres años, hemos descubierto juntos su nombre, las letras, los números, los días de la semana, los meses del año, el orden de lista, canciones, bailes, emociones... A mi lado han leído y escrito sus primeras palabras, incluso, su primer libro de "Sant Jordi", han hecho sus primeras sumas, restas y estadísticas, han cocinado platos típicos de todo el mundo, han conocido el espacio, el cuerpo humano, la vida de las jirafas y los castores... 

Ahora que ya no son tan míos, porque los comparto con muchos profesores, veo como leen con soltura, escriben con agilidad y buena letra, se esfuerzan por ser "chicos elegantes" saliendo bien uniformados del colegio, apuntan y hacen sus deberes... y me doy cuenta de que todo el esfuerzo ha valido mucho la pena.

Después de 3 años juntos nos conocemos, nos queremos. Como decía en el post anterior, basta con solo una mirada.

La primera conclusión es que tengo la mejor profesión. Es muy gratificante. Ser profesora me permite acostarme cada día pensando que he hecho algo para ayudar a crecer a mis alumnos y levantarme cada mañana dando gracias a Dios por poder dedicarme a mi vocación.

¡La mejor profe💖sión!


La segunda conclusión a la que llego es: ¡qué rápido pasa el tiempo!

Y por último, pero no menos importante, es el papel crucial que ha jugado la autonomía que hemos dado a estos niños en estos 3 últimos años. Lo he repetido muchas veces en el blog y no me cansaré:



Queridos padres, invitad a vuestros hijos a resolver sus problemas por sí mismos, a organizar sus cosas, a ser responsables de algunas tareas, a defenderse ante los problemas, a buscar ayuda solo cuando es necesaria, a llevar a cabo sus propias rutinas en casa... 

Puedo confirmar que cuando llegan a tercero de Primaria, los niños más autónomos son más seguros, motivados y con capacidad de liderazgo mientras que aquellos que están más protegidos, no se atreven a dar un paso sin que la señorita o los papás se lo confirmen. A partir de cuarto, la falta de autonomía se traduce en mala organización, falta de constancia en el estudio, bajo rendimiento académico por falta de interés... ó, la esclavitud de papá o mamá; que se puede ir prolongando hasta que el contenido que se trabaja en el colegio ya no se domina en casa.

Dar autonomía a los niños es un esfuerzo enorme pero lograrlo genera unos beneficios exponencialmente superiores. ¡La autonomía sera su traje para el éxito!


martes, 28 de febrero de 2017

Con solo una mirada

El otro día, la gran blogger y mejor amiga Patricia de Coolhunter Diary me mandó este artículo de la revista Elle.es que hoy comparto con vosotros:




Con muchísimo orgullo a la vez que con muchísima responsabilidad me uno al movimiento #realinfluencers. Mi principal objetivo es ayudar a todo aquel niño que pase por mi vida a ser un poquito mejor cada día, de la misma manera que intento mejorar yo. 

Para bien (espero) o para mal, tengo en mis manos la tarea de acompañar a un considerable número de alumnos en su crecimiento académico pero también personal. Sin ánimo de sonar pedante o engreída -hablo en general- los maestros somos verdaderamente #realinfluencers. Llegamos a provocar la necesidad de instaurar un sistema de reciclaje en los hogares o a evitar la Coca-cola y la comida rápida. "La Señorita Ana dice que tenemos que cuidar el material", "la Señorita Ana dice que si no hacemos pistola para coger el lápiz se nos estropearan las manos", "la Señorita Ana dice..." 

También podemos ser un arma arrojadiza de padres hacia hijos: "Como sigas portándote así le pongo una nota a tu Señorita" o jurado de prestigio: "Le voy a decir a la Señorita Ana lo bien que has...".

En cualquier caso, como maestra te das cuenta de que con solo una mirada llegas a la cabeza y al corazón de los niños, siendo para ellos una persona de influencia. Yo iría más allá, ya que -y hablo por mí- y buscaría los #realpositiveinfluencers. Yo por lo menos me dejo la piel para conseguirlo.



Aunque la canción tenía claramente otro significado, la letra es la realidad de la relación maestro-alumno. 

Con solo una mirada
Con solo una palabra
Me puedes aliviar
Me puedes destruir 
Me puedes convencer 

Con solo una llamada 
Aun de madrugada* 
Me puedes derretir 
Me puedes convertir 
En lo que quieras tú 

Tienes poder sobre mi como puedes ver 
Me has sometido aunque nunca me hayas obligado 

Con solo una caricia 
Tu pelo en mi almohada* 
Me puedes engañar 
Me puedes castigar 
Que nada* cambiará
(todo)*zzzzz  

Me pregunto si causo el mismo efecto en ti 
Me da miedo pensar que algún día no existas 

*Son las únicas palabras que habría que cambiar.

Tristemente, con solo una mirada o una palabra todos tenemos el poder de destruir el desarrollo de un niño, de ahí que debemos ser #realpositiveinfluencers.

¡Ah! y la respuesta es sí; ¡los niños causan el mismo efecto en mi con solo una mirada!

domingo, 19 de febrero de 2017

¡Qué no!

¡Qué no estaba muerta! ¡Qué no!


Me fui sin darme cuenta. Sin despedirme. Con la seguridad que volvería y ha llegado el día. 

Tener un blog "activo" es sinónimo de disponer de mucho tiempo y/o de dedicarte a él profesionalmente. Durante unos meses, podríamos decir que he estado entregando mi tiempo a otras prioridades y como, de momento, Pasito de Gigante no me da de comer, llegó una pausa en mis posts sin premeditación ni alevosía; simplemente eso un descanso hasta saber cómo robarle tiempo al tiempo.

Decido volver porque hay algo en mi corazón, como en el de Chavela Vargas, que "se muere por volver". Porque la educación me apasiona, porque el contacto con los niños me llena, porque enseñar me enriquece y me hace exigente, porque buscar lo mejor en (y para) los demás es buscarlo en (y para) uno mismo. Porque tengo la suerte de vivir de mi vocación.

Eso sí, me propongo que sea una vuelta menos teórica y más práctica. Ser profesora de primaria me ha hecho vivir nuevas situaciones y descubrir otras necesidades educativas distintas a las de la etapa de infantil, complementándolas. Por eso, intentaré explicaros mis vivencias como maestra, como tutora, como educadora... con ejemplos prácticos de casos reales. Situaciones que nos pueden ayudar a todos a actuar para sacar lo mejor de cada uno.

Dicho y hecho.

La semana pasada fui con mis alumnos de 1º de primaria a una residencia de la tercera edad dentro del programa de acción social que desarrolla el colegio. Vamos una vez al trimestre desde el año pasado y, aunque parezca mentira, los niños y los abuelitos van creando algunos vínculos. 



Es llamativo ver las caras de los pequeños ante personas mayores y con problemas de distinta índole y envergadura (sordera, alzheimer, ceguera, invalidez, problemas psiquiátricos...). Lejos de lo que podamos esperar, con toda naturalidad, se ponen a jugar con ellos al bingo, al dominó o a hacer pulseras. Regalan besos y brindan su ayuda de manera espontánea. Quieren saber qué les pasa o por qué gritan. Preguntan la edad sin ningún reparo y miran las galletas de la merienda fijamente hasta que consiguen que las compartan con ellos.

Los niños ven a la vejez muy lejana. Les resulta inconcebible ponerse en su piel; no obstante, se sienten queridos por unas personas que, a pesar de ser "mayores", son delicadas y dependientes. Esto despierta en ellos la necesidad de querer y de ayudar.

Inculcar en los pequeños la virtud de la caridad es sencillo y es fácil que prevalezca en ellos el día de mañana. Desde un punto de vista egoísta, a los que ahora somos adultos nos interesa. Desde un punto de vista educativo, educar en valores y virtudes significa dar pasitos de gigante para hacer del mundo un lugar mejor.


Yo, por mi parte, me alegro de estar aquí otra vez.

lunes, 7 de noviembre de 2016

Nunca es tarde...

¡Si la dicha es buena!

Como habréis podido observar, el número de posts que hemos ido publicando ha bajado de manera significativa.

En esta vida hay que saber establecer prioridades. Hay varios refranes para esto: "quien mucho abarca poco aprieta", "no se puede estar en misa y repicando"... Yo he tenido que centrarme en el estreno como profesora de primaria en un cole donde cada día -incluso, cada minuto- es diferente, guarda una sorpresa. Y a esto, hay que añadirle el hecho de conocer a todo el alumnado de la etapa, la metodología didáctica, las rutinas y el funcionamiento interno...

Y es que cuando tienes muchas cosas entre manos, puede pasarte que "los árboles no te dejan ver el bosque" o bien que... 


No es que el Pasito de Gigante no sea importante para mi; me enriquezco con las lecturas que hay detrás de cada post que escribo. Pero no es urgente. Por este motivo no dejo de escribir pero lo hago de forma más esporádica.

Al hilo de lo que comentamos y tras llevar a mis espaldas un buen número de tutorías con papás de niños de varias edades, me doy cuenta de que, a veces, en la educación de los más pequeños nos pasa lo mismo: lo urgente no nos deja ver lo importante.

Es clave establecer cuales son las prioridades a la hora de educar. Desde llegar a un acuerdo entre papá y mamá hasta escoger un centro acorde con el estilo de educativo que se vive en casa, todo importa. Que el niño perciba el ambiente en el que crece como algo coherente y bien sincronizado es clave para que su desarrollo sea correcto. 



Cuando decimos establecer prioridades nos referimos a, conociendo bien al niño en sus fortalezas y sus debilidades, qué queremos que mejore y que explote. Si su habilidad matemática es nula pero es brillante en lo referente a sus habilidades sociales, desde luego debemos ayudarle a aprender matemáticas pero es una obligación del adulto exprimir esa parte social que tanto llena al niño, No se trata solo de saber qué hacer para resolver determinados problemas de aprendizaje o de conducta sino también saber qué priorizar para potenciar ciertas habilidades o virtudes que cada niño posee.

Adicionalmente, hay que establecer prioridades en cuestión de normas, hábitos y extraescolares. Las dos primeras dan seguridad personal y favorecen la autonomía y el pensamiento crítco para la toma de decisiones, la segunda influye en mayor o menor medida en muchos tipos de habilidades. En todos estos ámbitos, tenemos que buscar el crecimiento y el desarrollo de un niño en términos de su felicidad, más allá de lo práctico o lo académico. No llenemos su mente, llenemos su felicidad.


Como decía, a la hora de establecer prioridades, "nunca es tarde si la dicha es buena".

martes, 18 de octubre de 2016

No se admiten reclamaciones

Devolver un producto defectuoso o que no cumple con nuestras expectativas está a la orden del día. Ya lo dice la megafonía de El Corte Inglés prácticamente desde su apertura: "...y si no queda satisfecho, le devolvemos el dinero".

Los niños no traen ticket de compra. No escogieron nacer. Llegaron al mundo fruto del amor (lo deseable) que existe entre dos personas. Y una vez existen, ya no se pueden devolver. 


Hace unos días escuché a la psicóloga del cole que le decía a una mamá: "quiérelo como es él, acéptalo, no pretendas cambiarlo". 

Todos nacemos con un potencial enorme, cargados de virtudes, de habilidades, de características y rasgos que, en conjunto, hacen que se vaya forjando nuestra personalidad. Obviamente, también nacemos con defectos y con carencias que solo los que de veras nos quieren van a soportar. Los adultos tenemos la obligación de potenciar en los niños lo primero, las cosas buenas de la misma manera que es nuestro deber ayudarles a pulir sus defectos y llenar sus carencias.

Esto no indica que debamos ser permisivos y bajar la guardia, al contrario, significa que tenemos que ser tan exigentes con nosotros mismos como lo somos con los niños. En las tutorías suelo hacer hincapié en la importancia de dar autonomía y responsabilidad a los niños (junto con el amor que se espera de unos padres), siendo exigentes con ellos ya que es así cuando más seguros y valorados se sienten. Esto implica que ante sus debilidades busquemos la superación, vías de mejora que les permitan crecer personalmente pero que debemos comprender que forman parte de sí mismos, de su carácter o su temperamento, de lo que han vivido o de como se les ha educado.


Quererles por lo que son, por como son, no por lo que queremos que lleguen a ser.

domingo, 2 de octubre de 2016

Estatuto de autonomía

Lagrimillas, nudos en la garganta, temores, dudas, inseguridades... Nos hemos ido de convivencias dejando a las mamás y los papás al pie del autocar con todos estos sentimientos. Por contagio, algunos niños subieron así al bus.


Para tranquilidad de todos y de cara a futuras excursiones y viajes, debo deciros que después de tomar la primera curva, estas emociones desaparecen y dejan espacio a ese espíritu aventurero y a esa sensación de sentirse mayor por dormir fuera de casa que solo las "señoritas" sabemos despertar. Por otro lado, la responsabilidad de viajar con niños de 1º de Primaria (y hasta 5º) y el compromiso de cuidarlos como si fueran tus hijos es enorme. Eso sí, la recompensa es mayor.

Excepto casos puntuales -y sintiéndolo mucho-, la realidad es que los niños no preguntan mucho por sus papás a lo largo del día. Tampoco les damos muchas oportunidades. Un horario lleno de actividades al aire libre es la mejor prevención para la añoranza. 

Las situaciones más delicadas son las comidas, las cenas y la hora de acostarse. La noche y el silencio despiertan la necesidad de tener a los papás (sobre todo a mami) cerca. De nuevo, las "señus", que en esos días nos convertimos en una segunda mamá, logramos distraer sus cabecitas de estos pensamientos con bastante facilidad. Un cuento, un juego, el plan del día siguiente o un ratito de compañía a los pies de su cama y el cansancio hace el resto.



Las convivencias tienen cosas muy positivas; la primera es exactamente eso: enseñan a convivir. Compartir espacios, ceder al repartir las literas, invitar a las chuches que llevo en la mochila, ayudar al amigo que ha perdido un calcetín en la inmensidad de su maleta... A las profesoras nos dan mucha información sobre la personalidad de cada niño y el nivel de autonomía y responsabilidades que se le exige en casa.



A raíz de esta experiencia, os animo a delegar más en vuestros hijos. Hay muchas cosas que son capaces de hacer por sí mismos desde los 5 o 6 años: ducharse, preparar su ropa, vestirse, hacer su cama, recoger su ropa sucia, preparar su mochila, mantener ordenadas sus cosas, desarrollar unos hábitos de higiene personal y de buena presentación, comer solo y usando correctamente los cubiertos, recoger la mesa,...

Ya he perdido la cuenta de cuantas veces habré citado esta frase de Maria Montessori pero la comparto al 100%:




miércoles, 21 de septiembre de 2016

Reencuentro

¡Primera semana superada con éxito!

Exhausta, eso sí. Los primeros días de cole se juntan una montaña de emociones y nervios a los que, si añadimos toda la novedad que supone un cambio de etapa, te dejan sin energía ni para escribir un post, de ahí el retraso.



¿Lo mejor de la semana? El reencuentro con mis Castores. ¡Cómo cunde un verano a estas edades! Y... estrenarme en 2º, 3º y 4º de primaria con una gran acogida por parte de los niños. "Es muy maja, Señorita Ana".

¿Lo peor? ... No se me ocurre qué decir. No ha habido nada malo porque agotamiento y afonía no cuentan.

¿Objetivos para el curso? Que los niños se diviertan y aprendan, que disfruten en el cole, que se acuerden de su Señorita de Castellano el día de mañana, que cada día tenga un momento especial, que cada alumno tenga un momento especial, que mi paso por sus vidas durante este curso sirva para algo más que para recordar normas y memorizar poesías, que crezcan con una sonrisa, que lean con fluidez, despertar su curiosidad, sentar bases para ayudarles a razonar y a ser críticos consigo mismos, que cada uno alcance su excelencia, que se cree un vínculo entre los que estamos en el aula...

Tras unos días de adaptación y aterrizaje, se acabó la tregua. Ahora llega el verdadero reto de mantener el equilibrio entre ser muy exigente y a la vez lograr un clima de aula relajado para que aprendan sin prisa pero sin pausa, lento pero seguro. Y por encima de todo, que lo hagan disfrutando de las cosas buenas que tiene la vida.


sábado, 10 de septiembre de 2016

Volar

Es cuestión de horas que todos los niños vuelvan al cole. Ayer en una cena recordaban lo nervioso que ponía el hecho de "encontrar tu nueva clase al empezar el curso". Hoy mi sobrina me decía la mucha suerte que había tenido con su nueva tutora: "¡Me ha tocado la mejor de 4º!". 


Empezar un curso es una situación emocionante para los niños por las novedades que esto implica. Por un lado ilusiona reencontrarse con los amigos y entusiasma el desafío de hacerse mayor, por otro asusta el hecho de desconocer lo que se nos viene encima.

Los cambios siempre son para bien. Son una oportunidad de crecer y enriquecerse. Generan un reto que invita a la motivación y a aprender o incluso desaprender rutinas y enfrentar las mismas situaciones con distintas formas de hacer. 


Igual que mis niños, este año "paso a Primaria". Subo con mis Castores (P5) y les acompaño en esta nueva etapa académica llena de ilusión y de ganas de sacar lo mejor de cada uno de ellos. Tanto para los alumnos como para mí, conocernos es un punto de tranquilidad. En ellos elimina la inquietud de pensar "¿cómo será mi señorita?, ¿será buena?...". A las profesoras también nos ayuda el conocerlos de cursos anteriores ya que iniciamos el curso sabiendo qué podemos esperar y exigir a cada uno de ellos.

Es tarea de padres y tutores hacer que los posibles miedos e inseguridades desaparezcan lo antes posible. El nuevo curso se debe empezar con la confianza de que juntos vamos a llegar muy lejos. Tenemos que ayudar a los niños a creer que son capaces de volar.

miércoles, 31 de agosto de 2016

I've got the power

En este mundo de inmediatez, de impaciencia y de autocomplacencia se están perdiendo algunas buenas costumbres como la gratitud.

He leído que la Madre Teresa de Calcuta al rezar y pedir por los demás, daba las gracias a Dios como si ya le hubiera concedido los favores. 


En el libro "El secreto" se refieren a la gratitud como una herramienta poderosa, capaz de cambiar nuestras vidas atrayendo cosas buenas. Dar las gracias es hacerse consciente de lo bueno que uno tiene, es sentirse afortunado. Ser agradecido con los demás hace que la gente nos perciba como alguien amable y considerado.

En una entrevista para el diaridetarragona.com, Víctor Kuppers respondió a la pregunta "¿Qué tenemos que trabajar para tener una buena actitud?" de la siguiente forma:
Hay muchas maneras. Aprender a ser alegre, ponerle ilusión a las cosas pequeñas, relativizar los problemas, ser agradecido, pero sobre todo el gran secreto y la forma más sencilla y eficaz para ser feliz es ser amable. Y la vida nos da 300 oportunidades cada día para hacerlo. Aplíquese esta frase de la Madre Teresa de Calcuta que me parece espectacular‎: «Que nadie se acerque jamás a ti sin que al irse se sienta un poco mejor y más feliz».

La gratitud es una virtud que no viene en la carga genética. Se ha de inculcar y va mucho más allá de la palabra gracias. 

Inculcar la gratitud en un niño no es una tarea fácil hoy en día, cuando todo es fácil de conseguir, el esfuerzo cada vez tiene el listón más bajo y la variedad de cosas a escoger nos desborda creando falsas necesidades. 

Para que la actitud de agradecimiento nazca en un niño tiene que residir en su casa. Los adultos somos responsables de mostrar agradecimiento hacia las cosas que vivimos y tenemos. Aquello tan típico mío de "lo que toca, toca, y con alegría" iba por aquí. El camino es encontrar algo cada día por lo que dar las gracias: el buen tiempo, el paseo en familia, el baño en la playa, la cena en un restaurante... Lo más difícil es sentirse agradecido por las cosas que nos parecen normales: una ducha de agua caliente, que "toque para comer" la comida que más me gusta, que mi hermano me deje su pistola de agua...

Una buena manera de fomentar la gratitud es valorando las cosas pequeñas en voz alta. También es importante destacar y dosificar aquellas cosas especiales, de manera que si hoy de merienda hemos ido a comprar un helado ayudemos a reflexionar al niño sobre la suerte que hemos tenido de una merienda tan especial...


El otro día le dije a mi sobrino Álex (6 años), al que por vergüenza le cuesta dar las gracias, que las personas agradecidas son más poderosas y más capaces de conseguir todo lo que se proponen porque al ser amables y darse cuenta de las cosas buenas que tienen, los demás solían comportarse con ellas del mismo modo: con gratitud y amabilidad. Tras unos minutos de reflexión, sonríe y me dice: Ah... ¡Gracias por decírmelo! A partir de ahora voy a conseguir ese poder.