martes, 9 de junio de 2015

¡¡Yo solito!!

Realmente pasa rápido. La infancia es una etapa que vuela. Los niños son como los gusanos de seda, su metamorfósis es fugaz y preciosa. Hay que aprovechar cada momento, cada instante. A veces pienso que tendría que llevar encima una libreta y anotar todas las anécdotas y ocurrencias que vivo durante el día y que me hacen sentir que estoy en el lugar donde debo.

No es por hacer publicidad, de hecho no soy usuaria de la página en cuestión, pero el anuncio me parece un acierto:


He insistido tantas veces... Creo que es el mejor consejo que una profesora, madre, padre, amig@, herman@... te puede ofrecer: da autonomía a los niños. Es la manera más segura de que se hagan mayores y crezcan sanos por dentro y por fuera.



Una manera de empezar es elaborando una lista de todo aquello que un niño puede hacer solo para ir dejando que lo intente. Parecen ridiculeces pero la dependencia del adulto en las actividades cotidianas es un límite al desarrollo. Por eso, pensemos si son capaces de ir andando en lugar de en carrito, comer solos, bañarse solos, desvestirse y vestirse solos, peinarse, poner la mesa, recoger, servirse agua, ayudar a guardar la compra, ordenar sus juguetes, lavarse los dientes, subir y bajar escaleras, abrocharse el cinturón del coche, dar de comer a sus mascotas, preparar su mochila del cole... en fin, un millón de cosas que probablemente, si las hacen solos vayan más lentos o causen algun pequeño "destrozo".



(No puedo más que felicitar a esta mamá por su autocontrol en momentos de crisis. Olé.)

Lo que por practicidad resolveríamos los adultos en realidad es una ayuda inmediata y un perjuicio a largo plazo que puede afectar tanto a su seguridad como a las destrezas del niño en motricidad fina, en razonamiento lógico o en la resolución de problemas cotidianos.

RESPETA sus capacidades y potenciemos su habilidades.


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