martes, 15 de enero de 2013

Love me tender, love me true...

En su día hablamos de la importancia de cuidar los detalles, de aprovechar todos los momentos de la vida de nuestros hijos para ayudarles en su desarrollo como personas. A nivel cognitivo hemos ido aportando algunas ideas y resulta relativamente fácil en el momento que interviene el entorno escolar. 

A nivel afectivo la familia juega un papel muy importante. 

Desde los primeros minutos de vida de un niño podemos favorecer ese desarrollo emocional y afectivo que tanto potencia la autonomía, el autoconocimiento, la seguridad y la autoestima. Establecer un vínculo claro y fuerte con la figura de apego es el punto de partida para este desarrollo emocional del que hablamos. 

Cuando hablamos de la figura de apego y el adquirir un apego seguro no nos referimos a las muestras de cariño como besos, abrazos o repetir infinitas veces cuanto queremos a nuestros niños. Es más, a edades tempranas son percibidas como simples contactos físicos agradables. 


Al hablar de apego y de desarrollo afectivo nos referimos a esas sensaciones de seguridad y protección que interiorizan los niños al estar bien cuidados: alimentación adecuada, higiene, hábitos saludables y entorno agradable. 

Proporcionando bienestar a los bebés y no tan bebés crearemos ese vínculo de apego, base para gran parte del desarrollo emocional y personal del niño.


¡Qué envidia!

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