lunes, 21 de julio de 2014

¡¡¡UN GORRIÓN!!!

Como casi todas las cosas, el respeto es una actitud que se aprende del ejemplo, y no siempre...



No podemos esperar que la juventud de hoy sea educada si en la TV ven programas que se jactan de permitirse un vocabulario inapropiado y unos comentarios fuera de lugar. No podemos esperar que respeten a sus mayores aquellos niños cuyos padres hablan de ellos en forma despectiva. No podemos esperar que los niños respeten a sus padres si entre ellos se producen constantes faltas de respeto en el trato diario. No podemos esperar que los más pequeños respeten a sus profesores si cualquier decisión que éstos toman es cuestionada y desautorizada delante del niño.

Que respeten a uno es algo difícil de conseguir, tanto como de practicar respecto a los demás. Una de las herramientas más eficientes es la coherencia: hacer, decir y pensar en el mismo sentido hace más fácil que logremos un objetivo. Si actuamos con coherencia en lo que se refiere al respeto a los demás, es más probable que lo inculquemos en los niños de forma natural.


Los gritos, las amenazas y los castigos no siempre ayudan a los niños a entender qué rol tiene cada uno en la convivencia. Y es que, vale más una imagen que mil palabras...

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