sábado, 23 de marzo de 2013

Las 1000 y 1 respuestas

El pensamiento divergente es aquel que permite al niño ver múltiples respuestas a un mismo interrogante planteado; varias soluciones a un problema.

Hoy en día es una cualidad casi imprescindible, diría yo. Al mismo tiempo, es una capacidad que requiere entrenamiento. Ya comentamos que el sistema educativo, en general, no siempre favorece dicho entrenamiento, preocupándose más por aspectos formales y curriculares que por educar para la vida.

Las actividades plásticas son una buena manera de ver en qué medida un niño es capaz de contemplar todas las posibilidades que existen al analizar una imagen. Por ejemplo: si presentamos una espiral en blanco y negro, lo más seguro es que lo primero que imaginen sea un caracol. Si el niño ha alcanzado el pensamiento divergente, verá una escalera, un huracán, el soplido del lobo feroz en "Los tres cerditos", la sensación de mareo, un laberinto, una serpiente, unos pendientes, los ojos de una persona, una montaña rusa... 


El brainstorming, el diálogo y la creatividad ayudan a ello. Cuando un niño hace un dibujo, hay que preguntarle "¿qué es?" y sea cual sea su respuesta, valorarla. No esperemos que el sol siempre sea un círculo amarillo con palitos alrededor, ni que los garabatos sean sólo rayotes que "decoran" el papel. Dejemos que se expresen. Y no sólo con el dibujo, también con su imaginación, en sus juegos y en sus actividades. 


Y tú, ¿cómo lo habrías resuelto?

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