jueves, 12 de febrero de 2015

Círculo virtuoso

Pueden. Son capaces de eso y más. Los niños pequeños son pequeños, pero solo eso. No pueden conducir, ni beber alcohol, ni ir solos por la calle, pero pueden ordenar sus juguetes, recoger su ropa sucia, preparar su mochila, desvestirse y vestirse, comer, asearse, ayudar en algunas tareas domésticas sencillas, peinarse... no sigo. 


No es sólo una cuestión de ahorrarnos algo de trabajo, que también, es más bien una forma de enseñar a desenvolverse. Dar autonomía es favorecer el desarrollo cognitivo, ayudar al niño a buscar la eficiencia, a ser resolutivo, a valerse por sí mismo, a razonar, a economizar sus acciones, a organizarse, a... no sigo.

La autonomía crea un círculo virtuoso. El niño que se va sintiendo capaz de hacer cosas solo "se crece". Esa sensación de triunfo mezclada con satisfacción y orgullo se va convirtiendo en un revulsivo. Genera ganas de más. Si los papás o los maestros no cubrimos esas demandas, la sensación desaparece y el círculo se torna vicioso.

Tengo un alumno en P4 que los martes se cambia en la clase para ir a entreno de fútbol. Se desviste y se viste completamente solo, consciente de que debe llevar camiseta interior debajo del polo, porque hace frío. Va despacito, sin prisa. Cuando ya lleva las bambas -"las de tacos de jugador de verdad"- me pide por favor que se las ate. Hace un mes le enseñé a doblar su uniforme para guardarlo en la mochila: "Mira Ignacio, primero lo pones del derecho, luego lo estiras en la mesa, escondes una manga, escondes la otra y después por la mitad". Observó el resultado y le pareció que quedaba demasiado grande para su mochila, hizo otra mitad. Repitió lo mismo con el jersey y me preguntó como hacer con el pantalón. Apiló su ropita y la metió en la mochila. Según iba progresando el proceso su cara de orgullo iba creciendo: "Me ha quedado perfecto", concluyó. Han pasado 4 martes, ya no hace falta que le diga nada, se cambia y dobla su ropa.

Muchas veces los papás desconocen las capacidades y habilidades de sus hijos porque no se han planteado darles la oportunidad de hacer una u otra actividad. Bajo la supervisión de un adulto los niños pueden llevar a cabo muchísimas tareas que les ayudarán a desenvolverse autónomamente en el entorno que les rodea. 


No debemos pretender que el resultado sea perfecto. A veces, cuando limpian lo que han ensuciado queda mucho peor que antes de haberlo "limpiado", pero poco a poco irán perfeccionando su técnica. 

Hay muchos artículos y publicaciones que hablan de qué responsabilidades y tareas se les pueden exigir a los niños según su edad. Hay que tener más aspectos en cuenta: su madurez, su desarrollo motor, sus puntos fuertes y débiles... En ABC publicaron un artículo que da muchas ideas al respecto.

A veces pensamos que ya aprenderán ciertas cosas de mayores pero lo cierto es que habría que haberlas inculcado desde pequeños. El tiempo pasa muy rápido.

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