viernes, 25 de julio de 2014

Es pura química

La capacidad de atención en los niños tiene mucho que ver con los componentes químicos (neurotransmisores, hormonas y péptidos) de nuestro cerebro. 

Así como la adrenalina abre un proceso que provoca el incremento de los niveles de atención y la acetilcolina los de sueño, Eric Jensen afirma, en Cerebro y aprendizaje, que bajo situaciones de estrés y amenaza, los procesos químicos del cerebro influyen en nuestras respuestas, significando un cambio probable en la conducta. 

Es frecuente encontrarse con niños que presentan altibajos atencionales durante el día. El cerebro cambia sus capacidades cognitivas durante estos ciclos, que se denominan ultradianos y que son clave para el desarrollo. Estos ciclos duran de 90 a 110 minutos y alternan una alta atención con una baja. En los momentos de baja atención es recomendable hacer pausas (mentales) de hasta 20 minutos, ya que éstas ayudan a incrementar la capacidad receptiva del individuo.

El cerebro "funciona mal" cuando se le exige una atención continua y elevada. Hay estudios que demuestran que la necesidad de atención constante en el aula es contraproducente porque, según indica Jensen, lo que aprendemos requiere un tiempo de procesamiento y otro para crear un nievo significado interior. Además, toda nueva experiencia o aprendizaje requiere su aplicación y generalización para ser adecuadamente interiorizado. 


El cerebro sigue procesando información antes y mucho después de que seamos conscientes de que estamos haciéndolo. (...), debemos permitir este tiempo creativo si queremos que se produzca un nuevo aprendizaje llevando a cabo actividades cortas de cualquier tipo, que interrumpan temporalmente el proceso atencional que se ha requerido para asimilar dicho nuevo conocimiento.

Fuente: Eric Jensen, Cerebro y Aprendizaje. Ed. Narcea 2010.

Algunos estaréis contentos de saber que, según James Maas, la siesta vespertina (de unos 20 minutos) para combatir la fatiga ayuda a pensar con más claridad y a trabajar mucho mejor después del descanso.

La falta de atención suele confundirse con problemas de disciplina, ya que el niño se muestra incapaz de atender a lo que se le está diciendo o de hacer aquello que se espera que haga, mostrando cierta falta de control. En ocasiones es causada por cuestiones genéticas, otras veces por incompetencia de maestros y padres a la hora de plantear actividades de aprendizaje. Siempre que no hablemos de trastornos como el TDA y el TDAH (cuyo diagnóstico debe ser realizado por un especialista), un déficit de atención puede "solucionarse" con estrategias de aprendizaje más activas, motivadoras e interesantes.

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