miércoles, 22 de enero de 2014

Caso real

Lunes 20 de Enero. 17'30h. He quedado con una amiga para ir a tomar un té y ponernos al día: no nos vemos desde finales de diciembre.


Llegamos a un local con mucho encanto, nos sentamos y pedimos nuestra infusión. Al cabo de unos minutos me suelta la bomba: SE CASA. Nos damos un gran abrazo, me enseña su brillantísima alianza y llega la camarera con las teteras humeantes. Ya podemos pasar a los detalles ¿cómo? ¿dónde? ¿cuándo?...

Nos sentamos y acto seguido llega una mamá con dos niñas. Entra hablando con ellas en un tono de voz muy elevado. Pide la merienda dando voces y deja a la hermana mayor (máximo 9 años) encargada de vigilar las cosas mientras ella va con Claudia al baño (unos 7 años). En ese momento retomamos el hilo de nuestra conversación. 

No nos da tiempo a que mi amiga me explique lo emocionada y lo contenta que está, que la señora en cuestión ya está de vuelta. Meriendan mientras comentan el día del cole con las niñas. En ese momento llega una amiga de la mamá, se sienta con ellas y se pide un café. La mamá le explica, voceando, lo estresada que está porque fulanita tiene ballet en una hora y menganita kumon, y que claro, ir y volver a casa no le compensa. Entonces empieza el drama. Doña Voces, dice a las niñas que saquen los deberes.


La mayor los saca y se pone al tajo. Claudia, es más dispersa (y más pequeña). Tiene mucho cariño a la amiga de su mamá así que se cambia de sitio para hacer los deberes a su lado y enfrente de su progenitora. Van a un colegio internacional con lo que sus deberes son en  inglés. La madre se desespera porque mientras la hermana ya ha empezado a trabajar, Claudia aun no ha sacado los libros de la mochila. Primera amenaza: -¡Ponte a trabajar o te cambio de sitio!. Claudia saca los libros y la madre: - ¡Espabila!, ¡la fecha! y ¡¡buena letra, que ya me estoy hartando!! La niña, entre sonidos de cafeteras y teteras, camareros yendo y viniendo y conversaciones de los demás, empieza a escribir. 

Primer guantazo. -¡Haz buena letra! ¡Te he dicho que te cambio de sitio! ¡No me calientes! ¿me oyes?. ¿Qué día es hoy? ¿no lo sabes? Monday. ¡Venga escribe: Monday!.



A estas alturas es imposible que nos concentremos más de un minuto en la boda de mi amiga. Están todas las mesas llenas así que intentamos centrarnos en lo nuestro. Y de repente: -¡Es la última vez que hacemos los deberes en un bar!. Y de nuevo: toma zasca... Tortazo en la cabeza. -¿¡Cómo narices se escribe yesterday!?. Y antes de que la niña pueda empezar a contestar, la mamá se pone a deletrear la palabra a toda velocidad pronunciando los fonemas en un inglés perfecto.


Claudia empieza el ejercicio, nosotras intentamos no prestar atención, pero a la voz de ¿quieres decirme de una vez cómo se escribe chocolate cake? nos giramos. Doña Voces le arranca la libreta de las manos, borra algo que la niña había escrito y le suelta: -¡Ala, ya puedes volver a empezar!

La amiga de la mamá de Claudia no para de darle ánimos a la niña, de decirle lo que hace bien y de pedirle que se concentre para que le salga mejor. Con demasiada delicadeza, se atreve (por fin) a decirle a la Doña que se tranquilice, que poniéndose así de nerviosa sólo consigue que la niña lo haga peor. 

Claudia se gana uno o dos cachetes más. Acaba los deberes después de una hora que, tanto para ella como para nosotras ha resultado ser un infierno. Eso sí, ella no ha soltado ni media lágrima, ni siquiera ha rechistado, por lo que deduzco que no es la primera vez que le pasa. Dando voces, para variar, recogen los trastos porque llegan tarde a las extraescolares. Se van bajo la amenaza de no volver jamás a hacer los deberes en un bar.



Mi amiga y yo respiramos, pensando que Claudia se había librado por fin y nosotras también. Al cabo de 15 minutos, Doña Voces entra por la puerta de la cafetería con su marido (¿?) y otra pareja y, en su tono habitual, les propone sentarse en la mesa en la que ha hecho los deberes con Claudia y les explica que estaba insoportable y muy vaga. Además añade que ha tenido que amenazarla con no volver porque no había manera de que la niña se centrara.


Los hábitos de estudio se adquieren en los primeros años de la primaria para irse consolidando con el tiempo y deben garantizar la concentración y la comodidad del niño. Un lugar adecuado, con buena iluminación, ambiente relajado y con el material necesario son elementos imprescindibles para adquirir dichos hábitos. 



¿Es Claudia la que tiene que centrarse?

4 comentarios:

  1. Consecuencias indirectas del sistema y la famosa competitividad del llamado libre mercado.

    Pobre niña, le espera una larga vida de menor al lado de un ser que va dejando por ahí lo poco que le queda de humano.

    Y luego nos preguntamos por qué hay tantas Lisbeths Salander que van por ahí como almas en pena.

    A esa señora deberían denunciarla por maltrato de menores.

    Saludos afectuosos.

    Al González.

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  2. Hola Al,

    gracias por tu comentario.

    La verdad es que visto en directo no creo que fuera un caso de denuncia por maltrato a menores pero sin duda sí era un caso para recomendar una terapia familiar o un buen orientador que ayudara a esa mamá a llevar mejor sus nervios.

    En efecto, recibir un trato así de manera continuada puede menoscabar la autoestima y la seguridad de un niño derivando en problemas más graves en la adolescencia.

    Un saludo,

    Ana

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  3. Ostras Ana, pobre Claudia, sin duda. Visualizo la situación perfectamente y, ¿sabes qué? puedo afirmar con mucha pena que he visto situaciones muy parecidas muchísimas veces, y de verdad que es tremendo.
    Como madre, "entiendo" que esta pobre mujer esté, por "h" o por "b" desquiciada. Lo que no es justo y no puede permitirse bajo ningún concepto es que trate y desprecie a su pequeña de esta manera. Con estos voceríos le está haciendo un flaco favor, ja s'ho trobarà, ja... Realmente necesita, como dices, una terapia familiar, o, mejor, que se apunte a yoga o a cualquier otro tipo de meditación, mientras que sus hijas estén en la extraescolar de turno...

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  4. Bibi! qué ilusión verte por aquí!!

    Totalmente de acuerdo: yoga, sofrología, reflexología... hoy en día hay miles de técnicas antiestrés que ahorrarían a los niños muchas dificultades y problemas en su desarrollo tanto académico como (y sobre todo) emocional.

    Un beso!

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